Toda crisis se produce por y para algo. Cualquier dolor, cualquier disfunción tiene una o varias causas. Si sólo atacamos el síntoma, podremos apagar el fuego, “la crisis”, pero quedarán las cenizas, y si no atacamos la causa el problema se repetirá de la misma o de diferentes formas.
«No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia, como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis donde nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar superado. El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto, trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla».
— Albert Einstein, físico alemán y uno de los científicos más populares, conocidos y más sabios del siglo XX.
- No busquemos tratar la crisis, busquemos tratar la causa de la crisis
Imaginemos un fumador habitual, que como consecuencia de su hábito padece con frecuencia bronquitis; esta bronquitis se comporta como una crisis, molesta, en ocasiones peligrosa, pero no deja de ser un aviso de que algo se está haciendo mal. El sufridor de esta crisis, se autoengañará, acusando al frío, a la humedad, a un virus… y parcheará esta crisis con éxito gracias a medicamentos que sin duda son eficaces, pero tarde o temprano recaerá y cuanto más crisis tape (en este caso las bronquitis) sin atacar a la verdadera causa( el tabaco), peor acabará su salud.
Los terapeutas manuales actúan en ocasiones de forma similar a ese fumador a la hora de analizar el porqué de las dolencias que tratan: a menudo confunden factores desencadenantes de mayor o menor entidad, como la calidad de un colchón, tal o cual esfuerzo, en los niños la omnipresente mochila… Con factores causales. Cuando un vaso se rebosa es mucho más acertado preguntarse qué es lo que ha ido llenando el vaso en vez de preocuparse por cuál ha sido la última gota que lo desbordó
¿Qué es la Crisis Curativa y cuál es su importancia en procesos crónicos?
La enfermedad y la salud tienen una serie de fases. En la enfermedad, estamos habituados a tratar la fase aguda de la enfermedad, que es la que se caracteriza por la manifestación de los distintos síntomas (contracturas, dolor, inflamación, hormigueos, etc.). A esta fase hemos llegado desde otra, llamada fase subaguda, donde el cuerpo en realidad está enfermo, pero no nos damos cuenta. De esa fase subaguda, nuestro cuerpo venía de un estado de equilibrio, de completa normalidad y armonía; fase que es muy vulnerable a las agresiones que nos alteran. El tratar la verdadera causa puede llevarnos a un estado en el que nos sentimos mucho peor de cuando estamos enfermos, fase llamada crisis curativa. En este video te explicamos más ampliamente qué es la crisis curativa y por qué es importante que la entendamos.
El término crisis viene del griego y traducido significa «proceso». Por tanto, es el proceso curativo que se produce siempre (aunque no siempre se percibe) que el tratamiento se enfoca sobre las auténticas causas. Este proceso supone un empeoramiento transitorio, una reagudización de un problema que se había cronificado.
En el caso de nuestro fumador empedernido, cuando decide tratar sus constantes bronquitis eliminando el verdadero factor causal, el tabaco, con frecuencia manifestará que durante las siguientes semanas y meses sufre un empeoramiento de sus bronquitis, tose más, con más cantidad de expectoración y de peor aspecto. “Me encontraba mejor cuando fumaba”. Sin duda este empeoramiento supone una reagudización que indica una reacción de autodepuración, de autocuración, que será más o menos prolongada pero que siempre acaba en un estado mucho más saludable.
Igualmente le sucederá a un toxicómano cuando elimine la causa de su enfermedad, durante unos días se encontrará mucho peor (síndrome de abstinencia) y este proceso curativo se podrá suavizar, pero nunca se puede eliminar.
En otras áreas de la salud sucede algo similar. Cuando se realiza un tratamiento depurativo con plantas medicinales y dieta el paciente los primeros días se suele encontrar más cansado, tenso y con algún dolor exacerbado.
Crisis curativa: un caso de la vida real
Lucia tiene treinta y cinco años y acude a mi consulta aquejada de dolor lumbar de más de dos años de evolución, junto con mareos, cefalea tensional frecuente y un estado general de agotamiento y desánimo. Su médico le insinuó que pudiese tener fibromialgia, lo que la desanimó aún más.
El dolor lumbar está asociado al agotamiento y desánimo (riñón) y su exploración encaja a la perfección con lo descrito en la última parte del libro sobre el estrés y la postura. El mareo y la cefalea tensional nos indican que ha habido algún disgusto.
Cuando le pregunto por estas situaciones a la paciente se sorprende, pero enseguida me habla de la muerte de su madre unida a un largo proceso oncológico de su marido. Ha tragado mucha tensión y disgustos, sin haber hecho el luto correspondiente.
Una semana después de iniciar el tratamiento homeopático, de nutriterapia y fitoterapia (el objetivo en primera instancia es devolver energía a la paciente), me llama muy preocupada porque ha tenido que salir del trabajo con una pequeña crisis de ansiedad (palpitaciones, sensación de ahogo).
Mejor tarde que nunca, esa crisis (de ansiedad) supone una liberación (incómoda) de toda la tensión acumulada en los últimos meses, una crisis curativa que anticipa el éxito del tratamiento.
¿Qué hacemos en la medicina natural?
Tratamos de abordar el problema mediante una visión amplia, contemplando todas las esferas de análisis, de la más amplia a la más localizada (recordar el tercer capítulo).
Siempre partimos de la base de que puede haber una causa más allá del sistema músculo-esquelético y tratamos de incidir sobre dicha causa. Nunca tratamos de aplacar los síntomas, la crisis, sino que intentamos poner al organismo en las mejores condiciones posibles para que realice el proceso homeostasis (proceso autoequilibración propio de cualquier ser vivo).
En definitiva, debemos entender que la mayoría de los procesos funcionales que padecemos, también en el terreno músculo−esquelético, no son más que una crisis de salud, una forma que tiene nuestro organismo de avisarnos de que algo no se está haciendo bien, una oportunidad para mejorar formas de vida y de pensar que nos resultan perjudiciales.